Artículo publicado en la Revista Desterradxs, año 2011.
Registro de Propiedad Intelectual: Exp. Nro. 940562.
Pensar en la canción infantil y su origen nos remite en primera instancia a la canción de cuna. Seguramente es la canción de arrullo la primera manifestación cantada dedicada a los más pequeños. Luego, surge vinculada al juego: de manos, de movimientos, como rimas de sorteo. También ha servido desde tiempos remotos para contar historias y para acompañar las actividades cotidianas. Las canciones infantiles, como el arte todo, son una expresión de la cultura de cada pueblo, de cada civilización.
En las últimas décadas surge la canción infantil como lo que podríamos denominar una “especialización” dentro de la música en general, adquiriendo un rango de profesionalización nuevo. Es decir, ya no es algo espontáneo que acompaña al juego u ocasional en el repertorio de un compositor determinado, sino una propuesta pensada y elaborada para ese grupo etario en particular y que supone el conocimiento de sus intereses, su psicología, y una estética poético-musical que responda a los mismos. No podemos dejar de mencionar a María Elena Walsh y su obra como un antes y un después en nuestro país, dentro del repertorio para chicxs.
En la actualidad, podríamos decir que la canción infantil se clasifica en tres líneas principales de desarrollo. Si bien es habitual encontrar cruzamientos entre estas áreas –es difícil pensar en compartimentos estancos- consideramos útil clasificarlas para una mejor comprensión de sus principales características. No lo hacemos con el objetivo de emitir juicios de valor sobre las mismas, sino simplemente de reflexionar sobre las distintas posibilidades de abordaje.
Para seguir leyendo este artículo, hacer clic aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario