Ponencia presentada en las Jornadas de Audioperceptiva – UNC – 2012
Susana Dutto
Permítanme comenzar compartiendo unos videos.
Ramiro Musotto (video lenine)
Concierto pianista y orquesta
Es indudable que la música “afecta” a las personas. Nos moviliza. Nos provoca reaccionamos que van desde la empatía, el placer, hasta el rechazo o el disgusto. Hay códigos, lenguajes que nos resultan más cercanos y otros que son extraños y un tanto incomprensibles. Pero difícilmente nos resulta indiferente.
Las dos propuestas que escuchamos y vimos son muy diferentes entre sí: por un lado, la interpretación de uno de los instrumentos más antiguos, el birimbao, en una obra que propone sonoridades que juegan con sutilezas tímbricas y una gran destreza rítmica y compromiso interpretativo. Es una composición que bien podría ser la re interpretación de una práctica ritual de alguna comunidad que puebla actualmente el Amazonas. Y por otro lado un fragmento del Concierto Nº I para piano y orquesta del compositor ruso Tchaicovsky, que demuestra un gran virtuosismo del pianista y del diálogo con la orquesta. Y a pesar de ser tan diferentes estéticamente, cuando pensaba en describir la obra, se me ocurrían las mismas cualidades del primer ejemplo: la obra propone sonoridades que juegan con sutilezas tímbricas y una gran destreza rítmica e interpretativa.
Cuando observo o disfruto de un/a música/o que me emociona o que me produce admiración, generalmente procuro prestar especial atención al intérprete. Me surgen un montón de preguntas: ¿qué estará pasando por su mente? ¿En qué pensará? ¿Sólo en la música? ¿Por qué la eligió? ¿Cómo se vinculó con ella?
Estas preguntas son comunes a ambos ejemplos, pero generalmente, luego –como música y docente apasionada que soy- surgen otras preguntas: ¿Cómo la incorporó? ¿Tiene algún modelo? ¿Qué dificultades técnicas tuvo que superar? ¿Cuánto tiempo de práctica requirió?
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